martes, 23 de diciembre de 2008

La bombarda

En este año de mil cuatrocientos y veinte tengo el convencimiento que ha llegado el momento de hacer el viaje sin retorno. ¿Estoy asustado? Pues si, tengo miedo a morir, un loco sería si no lo tuviera. A pesar de lo que parece, estoy convencido que así será. Además, no lo haré solo, pues el bocazas de mi señor encabezará el desfile fúnebre que nos lleve hasta el infierno de los pecadores.
Míralo, ahí está, en lo alto de la torre. Cree poseer el mayor arma de la cristiandad, la bombarda, y por eso está arengando a las tropas, insultando al enemigo o ambas cosas.
Yo me limito a mantenerme firme a su lado, sujetándole el escudo y la espada para que él gesticule y haga aspavientos, enfatizando sus bravuconadas. Se cree invencible, y nos cree invencibles, el muy imbécil… cuando vuelve otra vez con el asunto de la bombarda. Asegura que liquidará a la primera fila asaltante con un atronador disparo. Como un aviso para que La Muerte venga a recoger las pobres almas de los caídos. No hace falta que la avises, ella está ahí, a la sombra de la higuera, esperando pacientemente a sus víctimas que, en esta contienda, seremos nosotros.
Con la bombarda nuestro destino, efectivamente, sería otro, triunfal y heroico. Pero nadie parece acordarse que no la tenemos. Se la dejamos a nuestros vecinos para repeler una incursión morisca y, sin la ventaja de tan poderoso ingenio de guerra, seremos nosotros los que acompañemos a La Parca.

Por fin dice algo sensato, esta batalla es un sinsentido, donde mucha gente morirá o, en el mejor de los casos, quedará mutilada por los disparos de... la bombarda. Por Dios, que alguien le diga que no tenemos bombarda alguna. Que alguien tenga la valentía de interrumpirlo y avisarle que bolaños de piedra tenemos muchos, pero nada con qué dispararlos. Que alguien ponga en juego su cuello por el bien de todos nosotros.

Cómodamente situada a la sombra, La Muerte muestra su dentadura en una macabra sonrisa. Sonríe con sarcasmo, pues no se irá de vacío, y además sabe que no tenemos el arma definitiva que nos daría la victoria.
No me extraña que se ría, pues es gracioso que estemos en esta situación por defender a unos ladrones y asesinos. Que ironía, nosotros, los adalides de la justicia, vamos a caer por la chulería de mi señor al defender a unos criminales. Robaron y saquearon la huerta, dando muerte a algunos labriegos al ser descubiertos. Por varias villas fueron perseguidos por la milicia del gobernador que buscaban justicia y sangre, hasta estos mismos muros, donde encontraron refugio.

Empiezo a desquiciarme y ahí lo tienes, él sigue con su bombarda. Bombarda por aquí, bombarda por allá, y yo temblando de desesperación porqué no sé si es que no se entera o no quiere enterarse.

Nuestras tropas empiezan a rugir, los muy insensatos. La arenga ha surtido efecto y tanto los peones como los caballeros tienen la moral tan alta que les enrojece los ojos y eso les impide ver con claridad al ejercito que nos amenaza. Pero yo si puedo ver a las tropas del gobernador apostadas a los pies de la muralla, vamos, a un tiro de piedra. A primera vista puedo ver que son unos cuatrocientos o más y además, hablando de piedras, tienen una balista. Como una ballesta pero en gigante y que lanza piedras capaces de derribar los muros de cualquier ciudad.

Mi señor sigue empecinado con eso de que no podemos permitir que venga un gobernador de una lejana ciudad a imponer su ley en nuestras propias tierras. Pero será desgraciado. ¿Porqué no cuenta las cosas como son? Dirá que no son las nuestras, si no sus propias tierras y tendría que decir que el hecho ocurrió en las tierras del gobernador, nombrado por el mismísimo rey, y no en estas. Quizás también deberían saber nuestras tropas que más que defender este lugar, están ayudando a mi señor a reivindicar una antigua rivalidad con el gobernador con el que nunca hubo un buen entendimiento. Ambos son unos hipócritas porque a ninguno le importan, ni los labriegos ni sus asesinos. Lo que les importa es quien tiene autoridad para mandar sobre el otro. Quien es más, más… más prepotente, vamos.
La arenga ha terminado. Un pesado silencio cae sobre todos nosotros. Ha llegado la hora de morir. Hasta Ella se ha levantado y se prepara para recoger nuestros despojos. Me tiemblan las piernas y estoy a punto de dejar caer las armas de mi señor y salir corriendo al más oculto agujero. Todavía me mira con orgullo porque se cree que tiemblo de emoción ante el combate y todavía sigue con su falsa creencia que nuestra bombarda nos dará la victoria.

No lo soporto más, me da igual las consecuencias, pues ya estamos muertos. Voy a gritarle que la única artillería que hay es la que tiene el gobernador, cuando el galope de un caballo rompe el silencio.
Llega el paje real con un mensaje urgente del monarca que rápidamente se lo comunica a ambos contendientes.
Su majestad recrimina al gobernador el uso de la fuerza de las armas para ejercer justicia, así como manifiesta a mi señor su indignación por reunir tropas para resistir dicha justicia. Ordena que los culpables sean detenidos por mi señor y juzgados por el gobernador en nuestra ciudad.
Decisión salomónica.

La tensión libera mi cuerpo dejándolo fláccido y caigo pesadamente al suelo como una hierba pisoteada. Una polvareda en el camino me hace fijarme que la bombarda viene en nuestro auxilio. Tarde, pues el asunto está resuelto, pero menos mal que no ha hecho falta su intervención.

Todavía no creo mi suerte. Miro directamente a las vacías cuencas de La Muerte y rio histéricamente hasta que las lágrimas caen abundantemente por mi cara. Con un obsceno gesto la conmino a que se marche por donde demonios haya venido. Ella, resignada, se encoge de hombros y se marcha con un destino más allá del crepúsculo.
Sabe que pronto volverá, como mínimo a llevarse a los criminales una vez sean juzgados, pero creo que se llevará a alguien más, sobre todo cuando al cruzarse con la bombarda, esta estalla en mil pedazos quedando absolutamente inservible.
Sin arma intimidatoria, en la próxima contienda se llevará algunas almas más que ahora, ella lo sabe y, antes de desaparecer, se gira y me señala con su huesudo dedo.

Gregorio Sánchez. Agosto 2008.
(Publicado en 2010 en el libro "Relatos de Gregorio Sánchez" de Gregorio Sánchez. I.S.B.N.: 978-84-614-0192-5 - Depósito Legal: A-409-2010)

La bombarda en audiorelato






El relato en pdf: La bombarda

9 comentarios:

Abel Bri dijo...

muy bueno el relato amigo, muy bien narrado y ambientado, me ha gustado bastante leerlo.

Gregorio Sánchez dijo...

Hola Abel.
Me alegro que te haya gustado. La verdad es que se nota cuando escribe algo a gusto, y sobre todo de lo que le apetece. Estaba escribiendo la novela y, al documentarme, leí la historia donde se basa el relato y me hizo gracia. Como no le veía hueco en la novela, pues sin comerlo ni beberlo hice un relato corto.
Un saludo.

Unknown dijo...

a mi tambien me ha gustado, pero me ha sabido a poco, al leerlo me he situado cronologicamente y fisicamente en la prebatalla.
me gusta como lo escribes.
A ver si un dia te haces famoso, y puedo presumir de tener un amigo escitor.

Salu2.

grimao dijo...

Me recuerda mucho a una historieta que leíste mientras te documentabas entre dos pueblos de la provincia Orihuela y Villena creo, corrígeme si me equivoco. está muy bien y he disfrutado mucho en la lectura, a ver si para el próximo comentario recuerdo la contraseña que con el de vassago no he podido hacer el comentario. Bueno en parte mejor ya que así sabes quién soy.

Gregorio Sánchez dijo...

Grimao, me alegro que te haya gustado.
Sí, está basado en eso que cuentas. Era el gobernador de Orihuela y el Señor de Novelda.
Cómo comento en la entrevista, por aquí también tuvimos nuestras batallas, pequeñas sí, pero interesantes.

Francisco Cenamor dijo...

Querido Gregorio, aunque ya no mantienes el blog, los relatos son atemporales. Por eso haremos una breve reseña del mismo en el Blog literario Asamblea de palabras para que nuestros lectores y lectoras se animen a leerte.
Un saludo.

Gregorio Sánchez dijo...

Francisco Cenamor, agradezco tu interés. Sí mantengo el blog, pero hasta que no tengo un relato preparado, no lo subo. No es un blog de cambios diarios, pero voy avisando cuando voy haciéndolos.
Un saludo.

Jose Cases dijo...

Querido amigo me entere ayer que tenias esta pagina y me acoste o mejor me he levantado temprano ya que he leido todos tus relatos.

Sabia que eras bueno pero ahora se que, como el buen vino mejoras con los años.
Creo que sabras quien soy por eso te mando un fuerte abrazo y un gran beso.
Tienes un nuevo seguidor

Gregorio Sánchez dijo...

Hola Punisher.
Sinceramente creía que ya conocías que tenía este blog, de todas maneras gracias por leerlo y por tu comentario.
Je,je... me ha gustado el simil del vino. También veo lógico que hayas puesto el comentario en este relato; es tu estilo. ¿A que el Regreso del Héroe también te ha gustado?. Je, je, je.. no cambies.