domingo, 30 de noviembre de 2008

Eso es arte

La exposición estaba desierta a excepción de la autora y aquellos dos que estaban plantados frente a una hilera de cuadros que colgaban de las paredes. Mientras el Uno explicaba en susurros, el Otro, con cara somnolienta, negaba repetidamente con la cabeza acompañando el gesto de incomprensión.
Cambiaron de cuadro rompiendo el silencio con los chirridos de los deportivos sobre el encerado suelo. Antes de que el Uno iniciara su explicación, el Otro le advirtió que le parecía el mismo, pero al revés. Ante su mirada incrédula, el Uno le felicitó por empezar a entender de arte.
Siguiente cuadro. Este sí, por fin al Otro le empezó a gustar el arte. Representaba un sugerente culo desnudo que, esculpido sobre algún material, sobresalía de la pintura. Tenía las huellas de dos manos marcadas en las nalgas, como si éste fuera de barro tierno. La alegría del Uno aumentó al comprobar que sus explicaciones surtían efecto. Le hizo hincapié en el contraste de colores que realzaban las luces y sombras. El Otro asentía repitiendo monótonamente las palabras del Uno mientras, con la mirada fija en el cuadro, calculaba si sus propias manos encajarían en las huellas del sugerente culo. El Uno ahogó con la mano un grito al ver como su amigo, hipnotizado por las artísticas posaderas, comprobaba que efectivamente encajaban a la perfección. Era un culo de su talla. Esperando el reproche de la expositora, el Uno la miró con disimulo, sorprendiéndola cuando se recolocaba las tetas en el sujetador. Una vez sujetas, levantó la vista provocando el momento mágico del arte.
El Otro con las manos fusionadas al culo y los ojos cerrados, encarnaba el éxtasis. El Uno con la boca humedecida, balbuceaba un incomprensible discurso sobre el arte, Babeándose la camiseta con chorreras de saliva. Ella, más preocupada por su pudor que por el manoseo de su obra, enrojeció de vergüenza creando un seductor contraste con el pálido escote de tirantes caídos. Ninguno de los tres escuchaba la incoherente cháchara del Uno, ni siquiera él mismo, que no podía apartar la mirada de los prietos senos. Bien por el nerviosismo o bien por lo absurdo de la situación, ella sonreía, lo que excitó más al Uno.
Ella se dirigió con paso decidido hacia ellos. El Uno reaccionó. Avisó al Otro que continuaba sobando el culo. El Otro no lo escuchaba, o lo ignoraba. El Uno volvió a avisar a su amigo, elevando tanto la voz que resonó como una palmada en el glúteo. Asustado se giró para comprobar la distancia entre Ella y ellos y se dio de bruces con ella. Como si lo tuviera calculado, Ella estampó un imprevisto beso en los labios del Uno que lo hizo tambalearse, obligándolo a aferrarse a Ella.
El segundo aviso del Uno sacó al Otro de su ensimismamiento que, sin apartar las manos, se giró para descubrir a su amigo besándose con la propietaria del cuadro. Le molestó profundamente que, mientras él intentaba comprender el arte, su amigo se enrollase con la autora, que también era una obra de arte. Los celos le llevaron a actuar de manera impulsiva y, tras descolgar el cuadro, salió corriendo de la exposición. El Uno que oyó al Otro correr por el encerado suelo, abrió los ojos y vio con asombro como su amigo se llevaba el cuadro. Él no iba a ser menos. Si el Otro se apropiaba de una obra de arte, el se apropiaría de otra. Aprovechó el abrazo para cogerla a Ella por las nalgas y, levantándola en vilo, también salió todo lo aprisa que pudo.
La comisaria de la exposición colgó el cartel de “Exposición clausurada por hurto de obras”.

Gregorio Sánchez. Octubre 2005.
(Publicado en 2010 en el libro "Relatos de Gregorio Sánchez" de Gregorio Sánchez. I.S.B.N.: 978-84-614-0192-5 - Depósito Legal: A-409-2010)


El relato en pdf: Eso es arte

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