domingo, 26 de enero de 2020

Cortometraje El Robonáuta

De cómo fue El Robonáuta.
A principios del año 2017 Mario-Paul Martínez me propuso escribir un guión para un cortometaje que iban a realizar los estudiantes de 2º curso del Grado en Comunicación Audiovisual de la UMH de Elche, en colaboración con El Caleidoscopio y el Ros Film Festival, el primer festival online de cortometrajes con temática robótica. Gracias al Grupo de investigación en Neuroingeniería Biomédica y al Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la UMH .
Ya en la propuesta se incluía la temática: Ciencia Ficción con Robots. Es uno de mis temas favoritos y tenía muchas ganas de escribir una historia de estas características.
Estuve toda una semana con ideas que surgían como pompas de jabón y que luego estallaban al volverse inviables para una producción tan pequeña.
Contar una historia futurista, con mensaje, pocos actores, pocas localizaciones, pocos efectos especiales y, sobretodo poco o ningún presupuesto, me resultó difícil. Al final me centré en la historia que tenía que sobreponerse a todas esas dificultades y alguna más que saldría después.
Ya que la localización de rodaje era el propio campus universitario, lo mejor era hacer una historia de investigación. Al ser este tipo de historia, no hacía falta mostrar mucho, ya que los personajes eran investigadores.
Otra de mis preferencias era lo relacionado con el espacio y los cohetes, lo que me daba comodidad para usarlo como tema central de la historia.
Quise que el guión tuviera una estructura típica, con sus puntos de giros, conflictos, crecimiento de personajes y esas cosas que escriben los que entienden.
Mario estuvo en todo momento apoyándome y transmitiéndome su entusiasmo. Me envió fotos de los robots-actores que se utilizarían en el rodaje, lo que también me ayudó a adaptar la historia para que no fuera muy complicada.
Ya que las fechas de rodaje estaban fijadas, tuve que darme prisa en escribir el guión. Prácticamente en un fin de semana lo tuve. A principio de la siguiente se lo envíe a Mario, el cual lo aprobó enseguida. Sé que le gustó, además el apremio de tiempo no daba margen para muchos retoques. De hecho no sé si hizo alguno.
Mi trabajo estaba hecho, o eso creía yo. Solamente quedaba esperar para ver el resultado.
Los medios de comunicación de la Universidad y la prensa local se hizo eco del rodaje, y realizaron algunos artículos y minireportajes.
Asistí un par de veces al rodaje y pude comprobar las dificultades que tenían los chavales para que los robots, al ser programados, hicieran lo que ellos querían, en el momento adecuado.
Fueron sorteando las numerosas dificultades como buenamente pudieron, y supongo que esto supuso un gran aprendizaje para ellos, y por supuesto para mí; que tampoco soy muy experto.
Terminaron de rodar, aplaudieron (unos más que otros, todo hay que decirlo), se felicitaron (esta vez sí que todos), recogieron y se fueron de fiesta. Yo regresé a casa preocupado por el resultado final, pero a la vez ilusionado. Me había divertido y eso es lo que me llevaba.
Ahora a esperar al montaje.
Y esperé. Esperé. Esperé. En alguna conversación con Mario, le preguntaba como iba el montaje. Él se reía y me comentaba las dificultades. Fin de curso, exceso de actividades, poco tiempo y menos ganas... La persona que tenía que montarlo o no le puso mucho interés o no se sintió capaz de montar “aquello”. El caso es que el corto cayó en el limbo de los proyectos inacabados sin vistas a futuro.
Pasó el tiempo. Yo no quise presionar, más allá de algún comentario jocoso a los responsables, sobre todo a Mario, que es con quién tengo más confianza. Al fin y al cabo era una colaboración para que los estudiantes practicaran y aprendieran a rodar.
A finales del año 2018 me plantee terminar yo el montaje. No quería involucrarme, pero me daba pena que aquello terminase muriendo en el olvido. He escuchado muchas veces que los trabajos hay que terminarlos, para bien o para mal. Aunque el resultado sea regular o incluso malo y cargado de fallos, hay que terminarlo. Así que le pedí los archivos brutos y todo el material que hubiera disponible a Marío para hacerlo yo. Me dijo que sí, que por supuesto lo buscaría y me lo facilitaría.
Dejé pasar la Navidad de 2018 y finalizando enero se lo volví a reclamar. Sin problema, a principios de febrero me trajo un disco duro portátil, que había pedido a Vicente J. Pérez, donde estaba todo el material que se había rodado. Bromeamos un poco sobre los tiempos y si estaría listo para el Festival de Cine Fantástico de Elche, FantaElx. Le dejé claro que yo no iba a tener ninguna prisa y que tendría libertad para hacerlo como yo creyera conveniente.
Esta vez no esperé mucho. Descargué el material en mi ordenador y me dediqué, a ratitos a visualizarlo, escucharlo y clasificarlo. Aquí es donde uno ve la importancia de la figura del script o asistente de rodaje. Por suerte tenía el guión técnico y el plan de rodaje que llevaron, lo que me ayudó mucho.
Tenía decidido que haría casi todo el trabajo de edición, montaje e incluso algunos efectos visuales (o VFX) que quería implementar con el programa de código abierto Blender 3D. Ya había hecho cosas con este programa y estuve poniéndome al día con la última versión.
Un primer montaje, así en bruto, me mostró como podría quedar, así como los agujeros y fallos que se podrían corregir o otros que no. Para los que no, habría que usar la imaginación para que no se notaran mucho.
Durante todo el año 2019, a ratitos y usando mi tiempo libre de otras actividades fui, editando, modelando, animando y, sobre todo, realizando máscaras a mano, muchas máscaras y echando de menos los fondos croma. Durante este trabajo escuchaba música y efectos libres de derechos para ir buscando la apropiada.
Pasos para adelante, otros para atrás. Mucho ensayo y error. Momentos de desesperación al no conseguir el resultado deseado y acabar conformándome con lo que tenía.
Poco a poco se fueron acumulando los resultados hasta que tuve que decidirme cuando quería terminarlo. Podía estar retocando eternamente pero el objetivo era terminarlo, sin plazo, pero terminarlo.
Pasó el Festival de Cine Fantástico de Elche y no lo tenía terminado. Estaba muy avanzado pero todavía no.
Me plantee que estuviera acabado, quedase como quedase, antes de terminar el año. Fueron fines de semana de “montajes finales”. Comentarios en casa por el deficiente sonido y comprensión de los diálogos. Uno tras otro, pequeños retoques tras pequeños retoques. Renderizar y volver a renderizar.
A final de noviembre le pasé un montaje, a falta de ajustar color y poner créditos a Mario. Compartió el montaje con Vicente y a ambos les pareció bien. Me pasaron los logotipos, listado de participantes y algunos consejos de retoque.
Algunos montajes más y una auténtica pelea para equilibrar el color e intentar mejorar el sonido.
Hasta que dije: ¡Basta! Hasta aquí.
Les envié la que fue la última versión del montaje y según me comentó Mario:
“Los detalles (y no tan detalles) cambiados, tanto en el montaje como en la posproducción y color, le han dado un gran empujón al cortometraje. Estoy seguro que tu también lo ves más “vivo”.
Yo lo veo mucho mucho mejor y ya, además, acabado y listo para volar.
Madre mía, has hecho milagros con el material que teníamos... ¡Enhorabuena!”



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